lunes, 14 de enero de 2008

LO NUEVO DEL INDIO

Después de la maratón de notas al Indio que se han publicado, incluido "el fiasco" de La Posta, logramos que este enigmático personaje hable en cristiano para que lo entendamos todos...




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    No fue fácil dar con su morada, marginado de la sociedad y en parte recluido por decisión propia, nos recibe algo esquivo y distante…

    ¿Indio, escuchaste los discos de Skay?
    -No
    ¿Ninguno?
    -Ni uno, no se de que me hablás...
    Nuestro fotografo, empieza con las primeras tomas, pero al instante el Indio le advierte:
    -No no pará, fotos no que me quitás el alma flaco.
    Indio ¿estás contento con el resultado de la misión humanitaria dirigida por Chávez? No creés que al final los que fracasaron fueron Uribe, Washinton y Clarín (y sus repetidoras) en su intento de desprestigiar a Venezuela y a las FARC?
    -Claro...superlógico, ahora les toca a todos esos ratas que nombraste primero, ser los vencedores vencidos. Por mi parte te digo que no me esperaba semejante logro en tan poco tiempo. Vamos las FARC, me parece que se adelantó el regreso de Mao, ojalá que sea para bien, porque lo que pasa en Colombia verdaderamente es un criminal mambo, que si te fijás bien y ves todo con prezizione te das cuenta que es culpa de esta vieja cultura frita que nos dejo rotos y mal parados con tantas invasiones de yankees y europeos, una manga de chorros del primero al último, ladrones, ladrón de mi cerebro. Pero sabés que, JiJiJi el que ríe último ríe mejor.

    Indio ¿te gustó la película que hicieron de tu paisano Patoruzú?
    -Ni me hables de ese, me da asco, malinche asquerozo, lamebotas del ejército, la oligarquía y los ratis. No lo queremos por acá. Viaja en patrullero...persiguiendo rateros, me entendés, un botón. El Coronel Cañones, Isidoro, Cachorra, todos eso representan lo peor de este país. Me gustó más la peli que hicieron ahora de Martín Fierro, aunque era un gaucho, siempre lo respeté.

    ¿Conoció también a Fierro? ¿Fueron amigos?
    -Si, bueno amigo no, me resultaba un poco amargo. Yo le decía "cantate algo más movidito", pero siempre lloraba lo mismo con su guitarrita, pasa que tuvo una vida difícil viste, pero a pesar de gaucho y todo, lo quiero.

    Indio y cual es tu mirada de la tragedia de Cromagnon?
    -Eh…? Que se yo, mirá lo que me preguntás. Mejor callate y escuchá la historia que te voy a contar que no tiene desperdicio, y ojo que es verídico eh…

    A comienzos de la década del ’40, el noroeste argentino padecía condiciones de explotación extrema. Llegado el año ’46 los kollas aprovechando las nuevas condiciones políticas, decidieron llevar su reclamo hasta la lejana Plaza de Mayo.
    “El Malón de la Paz por las Rutas de la Patria”, tal como ellos mismos se denominaron, fue la manifestación aborigen de mayor envergadura; también fue el primer reclamo multitudinario que tuvo que afrontar el flamante gobierno de Perón a pocos días de asumir.
    Cuando el 3 de agosto ingresaron en la Capital fueron aclamados por miles de porteños. Desde las ventanas de los edificios de la Av. de Mayo los vecinos arrojaban flores al paso del Malón. ¿Flores al paso de una caravana indígena? Todavía se daría motivos para mayores asombros.

    Durante los casi 4 meses que el Malón estuvo instalado como tema cotidiano en los medios de difusión escritos, radiales y cinematográficos, ocurrieron los episodios más inauditos de los que se tenga memoria en relación con una demanda de estas características. Menciono algunos de ellos:
    El 9 de Julio de 1946, los casi doscientos saloneros con sus caballos y mulas, desfilaron junto a regimientos de infantería por las principales avenidas de Rosario para terminar alojados en guarniciones del ejército.
    Cuando el Malón de la Paz ingresó en Buenos Aires, millares de personas salieron a su encuentro vitoreándolos como “nuevos héroes”. De hecho ante su mera aproximación, se creaban “Comités Pro Reforma Agraria”. Al llegar a la Plaza de Mayo, varios de sus integrantes se unieron en un abrazo fraternal con el general Perón, nada menos que en el mítico balcón de la Casa Rosada a la vista de la multitud que observaba emocionada la escena. Jamás en nuestra historia había pasado algo similar. ¿Indios en el balcón de la Casa Rosada?
    Paradójicamente, después de tan apoteótica recepción, fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes, el sitio donde internaban a los extranjeros que descendían de los barcos.

    Los integrantes del Malón de Paz, concientes de la herencia recibida por el imaginario argentino sobre el concepto de indio y los alcances de la nacionalidad, antes de arribar a Buenos Aires, decidieron tocar tres puntos específicos: Pergamino, San Antonio de Areco y Luján. Cada una de estas ciudades representaba distintas aspiraciones o imágenes que el Malón pretendía brindar a la Nación.
    Llegar a Pergamino implicaba adentrarse en el centro del granero argentino, es decir en el eje del problema de la tenencia de tierras y mostrarse como trabajadores de campo. Cultivar la parcela propia, no era una problemática circunscripta a la Puna, era una herida que lastimaba a todas las regiones por igual.
    Pasar por San Antonio de Areco, cuna de Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra; significaba imbuirse en la tradición criolla y argentina que en todo momento intentaron asumir como propia.
    El tercer lugar en la mira, Luján, es el emplazamiento de la Basílica donde se encuentra el santuario de la principal Virgen patrona de la Argentina. Peregrinar hasta allí, significaba hacer una demostración de fe religiosa.
    Esta trilogía agraria, argentina y católica es en definitiva la puesta en práctica de una escenificación que buscaba operar sobre el imaginario social acerca de la percepción de lo indígena.

    Mientras tanto, la impactante cobertura periodística irá in crescendo en forma proporcional con su cercanía a la Capital. Este insólito interés por una protesta indígena, tiene que ver con el propósito inicial de convertir a los saloneros en un ejemplo de los alcances de la Nueva Justicia Social. La solución al pedido kolla sería inmediata. Radios, periódicos y noticieros cinematográficos como “Sucesos Argentinos” se ocupaban de los kollas, brindándoles un espacio destacado con titulares, entrevistas y primeras planas. Por lo pronto, la fama del Malón llevó a que varias firmas comerciales como la tabacalera “43/70”, “Alpargatas” o el analgésico “Geniol”, utilizaron a los kollas para vender sus productos.

    El gobierno advirtió tarde las alianzas y apoyos de sectores no indígenas suscitados por el Malón y comprendió que había ingresado en un terreno peligroso. Si les otorgaban las parcelas a los kollas, una lluvia de malones indígenas y chacareros necesitados de tierras se lanzaría sobre el Ejecutivo. El presidente no tenía opción, o les daba la tierra a los kollas afrontando lo que vendría después, o los borraba de la vidriera nacional.
    Para poner en práctica esta última variante, era necesario devaluar las aspiraciones de los kollas. Entre las actividades extravagantes en las que fueron obligados a participar, se destaca el partido de fútbol previo al tradicional Boca – River, donde armaron dos equipos con integrantes del Malón. Los 40.000 espectadores que asistieron al encuentro se preguntaban ¿estos son los kollas que vinieron por sus tierras y están en la cancha jugando a la pelota?

    Tres semanas después de su apoteótica llegada, la esperanza indígena terminó de la peor manera: en medio de gases lacrimógenos, golpes, insultos, llantos y vejámenes. Una fuerza conjunta compuesta por cientos de soldados de la Marina y una brigada lanzagases de la Policía Federal obtuvieron “otra épica victoria contra la barbarie”. Los saloneros fueron secuestrados, arrojados dentro de un tren y desterrados en un convoy con custodia armada para que no pudieran descender antes de arribar a la Siberia Argentina, nombre inicial de Abra Pampa.
    A partir del secuestro y destierro, prácticamente todo el periodismo que se había encolumnado para narrar sus padecimientos y lo justo de sus reclamos, se lanzó sin misericordia sobre ellos difamándolos burdamente o, en el mejor de los casos, manteniendo un mutismo tan escandaloso como cómplice. Todo el racismo que había permanecido agazapado en los márgenes de las notas periodísticas y en las salutaciones políticas afloró incontenible.

    De la noche a la mañana se “descubrió” que los maloneros no eran indios. Una de las “pruebas” en tal sentido, la constituía el hecho que numerosos integrantes del Malón supieran leer y escribir. Nada más “sospechoso” para el imaginario que un indio lector. Otros comenzaron un proceso de extranjerización. No olvidemos que los habían alojado en el Hotel de los Inmigrantes, y aprovechando su procedencia de provincias limítrofes con Bolivia, se los “bolivianizó”. Se afirmó que el Malón estaba compuesto por falsos indios y criollos disfrazados.

    Uno de los ejemplos más patéticos lo protagonizó el diputado Teodoro Saravia de Jujuy, cuando salto en su banca gritando: “en Jujuy no existen indios ni kollas”. Si no eran indios, si eran extranjeros, el problema de las tierras indígenas desaparecía. Para el imaginario argentino en general y del legislador puneño en particular, nuestro país es blanco y europeo, y por ende resulta natural la ausencia de indios y kollas.

    En síntesis, si eran extranjeros el problema también desaparecía. En general, se dio rienda suelta a un racismo visceral, como en el periódico La voz de Luján cuando señaló que los kollas regresaron a sus lares “con el cerebro estragado por el vértigo de la civilización”, o como Criterio, principal semanario católico, cuando afirmó alegremente que los indígenas no querían regresar a Jujuy para continuar degustando “las delicias de la mayonesa” descubierta en la Capital Federal.

    Hoy en día, seguimos encontrando dentro de las comunidades originarias los mismos reclamos de justicia, y del lado de las autoridades, una total falta de ética y de vergüenza como los demuestran los tobas que agonizan de hambre en el Chaco, o los mapuches que ven sus tierras usurpadas por emprendimientos privados.
    Cada vez son más las voces que se suman y se alzan en un continente donde la Resistencia siguen en pie y la Memoria continúa intacta.

    Al concluir su sorprendente y extenso relato histórico, Indio me sacude del hombro levemente, luego lo hace más firmemente, hasta que por fin despierto. Nos miramos en silencio unos segundos, el Indio se muestra interesado en conocer mi opinión. El silencio se mantiene un momento más, luego el Indio mirá el sol y me dice:
    -Bue…se está haciendo tarde no?
    Consulto con mi reloj y el Indio tiene razón.
    Si ya es hora de volver, pero antes decime Indio: ¿Que pensás de esos blogs que usan títulos falsos para atraer lectores?
    -Nada, no se...me parece poco original, medio que es lo que hacen casi todos los blogs. Para mi no sirve, porque una vez que te estafan así, de manera tan mezquina, les perdés el respeto y no volvés más. Más todavía si el blog es un bodrio repetitivo que ni con títulos sensacionalistas logra resultados.

    ¿Que opinas de La Posta?
    -Buenísima. Me encanta.
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1 comentario:

LaPosta2007.blogspot.com dijo...

La aneda que relata el Indio fue afanada a Marcelo Valko: autor del libro "Los indios invisibles del Malón de la Paz" (Colección Bayer; editorial Madres de Plaza de Mayo)